martes, 11 de diciembre de 2012

Marca España

Ese extraño eslogan que últimamente oímos por doquier, pero que no se sabe muy bien qué es. Tratan de meternos la palabra en la cabeza con el fin de que nos portemos bien, que nos estemos calladitos, y que no molestemos a los 'Genius at work'. Se supone que es algo así como un ente incorpóreo, un sujeto metafísico que parece ser que nos sacará de la crisis. Consiste en dar un aspecto al exterior de país modelo, sin altibajos, sin fisuras. 'Todo está bajo control', querido inversor extranjero.

La madre Marca España tiene muchos hijos. El que a mí me toca más de lleno, por vivir en, y por haberlo oído repetido hasta la saciedad, es el hijo Marca Madrid. Ana Botella, merecida alcaldesa de Madrid, e Ignacio González, ilustre presidente de la Comunidad, no cesan en su empeño por crear una capital modélica que así lo deje reflejado en las Nikon de nuestros queridos turistas japoneses, en los informes de los aguerridos inspectores europeos, y las agendas de los pudientes 'businessman' norteamericanos.

No entraré en todas y cada una de las nefastas actuaciones que nuestro país muestra repetidas veces más allá de las fronteras, pero uno de los objetivos clave de este palabro no es otro que conseguir ese 'quién la sigue la consigue' que Ana Botella lleva metido en la cabeza desde años ha. No es otro que los Juegos Olímpicos. Raro es el discurso de la alcaldesa, ya sea en un evento deportivo o en un evento político, meta con calzador ese gran sino que divisa en el horizonte. Muy, muy en el horizonte.

Flaco favor le hizo el trágico incidente del Madrid Arena a la esposísima. Va camino del mes y medio y todo sigue en el "estamos trabajando para que salga la verdad a la luz". Balones fuera desde todos los puntos. Desde el Ayuntamiento, desde la empresa organizadora, desde los responsables del recinto, desde los encargados de seguridad, desde la policía municipal... hasta desde el Samur se echan balones fuera.

Pésima imagen está dando Madrid, y esta vez no están siendo aquellos malhechores que se agolpan en la calle pidiendo un poquito de respeto a sus derechos, o aquél que se toma un bote de cerveza en la Plaza de Santa Ana. La pésima imagen la están dando los que abogan por una óptima imagen. Con el agravante de que el recinto donde ocurrió el desastre sería sede olímpica. Un despropósito.

Señora Botella y cía. Ya da igual de quien haya sido la culpa. A estas alturas nada se puede cambiar. Pero sí prevenir. Y para prevenir, está quedando palpable que han de dimitir (y por qué no, encarcelar) todos y cada uno de los responsables de las áreas anteriormente citadas. Si no, volveremos a pagar los elevados costes de la ya tercera candidatura olímpica, para nada, por que los miembros del COI no son tontos. Y el empeño de que su Marca Madrid y España salga laureada entre serpentina y confeti quedará en mera quimera, porque ni los pudientes 'businessman' norteamericanos, ni los aguerridos inspectores europeos, ni siquiera esos simpáticos japoneses que compaginan el Prado con el Bernabéu, querrán mirarnos a la cara.

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