lunes, 19 de noviembre de 2012

Negociando la identidad

 Negociando la identidad 

    El actual gobierno de España trabaja a fondo para dar una salida a la crisis en la que vive nuestro país. Una de las causas principales de la situación -como todos sabemos-, es el gran número de viviendas que se encuentran en stock debido a la explosión de la burbuja inmobiliaria. La recuperación de la economía doméstica pasa sin ningún tipo de duda por la recuperación, a su vez, del sector de la construcción y vivienda.

    Dicho esto, ustedes se estarán preguntando cuál es la genial idea que ha tenido esta vez el equipo de Mariano Rajoy para darle una solución al problema que tantos quebraderos de cabeza está causando en nuestra madre patria. Pues bien, ha salido publicado que desde la Moncloa se planea cambiar la Ley de Extranjería, dando la residencia española a aquellos inmigrantes que adquieran en propiedad un inmueble por encima de los 160.000 euros.

    Esto quiere decir que si vienes dispuesto a dejarte los cuartos -que para dejártelos, hay que tenerlos-, serás acogido con los brazos abiertos en nuestro siempre amable, abierto y solidario país. Si por contra, eres un pobre desgraciado llegado a nuestros dominios en una patera, o estás aquí simplemente probando suerte, sigues siendo un 'inmigrante de mierda' al cual odiar y culpar por la mala situación económica. Esto no lo digo yo, el secretario de Estado de Comercio, Jaime García-Legaz, no ha dudado en admitir que "esta medida se dirige a las poblaciones china y rusa". De aquí se pueden sacar dos conclusiones.

    La primera es que unos inmigrantes son mejores que otros, pues a unos se les da más facilidades que a otros. No creo yo que un subsahariano o un latinoamericano que han venido con lo puesto puedan sacar de la noche a la mañana la forma de comprarse un piso por valor de 160.000 euros. La segunda de ellas, es que a un inmigrante normal chino o ruso tampoco le resultaría fácil esto. De lo que se puede leer entrelíneas que sólo para un inmigrante con dinero es provechoso este acto de generosidad del Gobierno. Y ya sabemos qué tipo de inmigrantes chinos y rusos son los que tienen pasta. 

   Sin lugar a dudas, nuestro querido ejecutivo, en un acto de patriotismo sin precedentes, es capaz de meter en nuestro país dinero de dudosa procedencia con tal de salvaguardar la ruinosa situación pecuniaria. Con gente así, da gusto.

   

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