lunes, 26 de noviembre de 2012

El tiro por la culata

    Se vino arriba. Una manifestación -multitudinaria, por supuesto- en apoyo al pacto fiscal, y en rechazo al Gobierno español por su rechazo, sirvió para que Artur Mas lanzase un órdago a la ciudadanía catalana de ahora o nunca. Los resultados, un día después de las elecciones, no pueden ser más nefastos para el líder de CiU.

    Sabíamos que la política consistía en quién podía engañar a más gente durante un periodo de tiempo determinado. Al menos en estos últimos tiempos. Al menos en este país. Pues bien, los discursos tan insultantes a la inteligencia en democracia tienen que tener a la cuadrilla de tontos que se los crean. En España en 2011 tuvieron gran calado, tanto que a Rajoy se le concedió la mayoría absoluta. Que la opinión pública española era gilipollas ya lo sabíamos, pero, ¿qué se podía esperar de la catalana?

    Volvamos al órdago de Mas. Como buen político, lo poco que le interesa es aferrarse al cargo. Y cómo. Con una política de recortes incluso más asfixiante por momentos que la llevada a cabo desde Madrid, la gente estaba empezando a oler un poco a cuerno quemado en el Palau de la Generalitat. Fue entonces cuando al equipo de gobierno de Artur Mas se le ocurrió la jugada maestra: tapar el cerebro con el corazón. Anteponer los sentimientos a la razón. Guste o no -a mí lo mismo me da- en Cataluña hay una voluntad popular nacionalista y desde España la tenemos que respetar y oír y en Cataluña saberla administrar. Es decir, si el debate independentista lo hubiera sacado el señor Mas a colación en otro panorama económico, a lo mejor no, seguro habría tenido mejores resultados. Pero este señor se empecinó en sacarlo cuando muchos catalanes no llegaban a final de mes, no tenían un plato para servir en la mesa, y a muchos les estaban privando de sus cuatro paredes. Cuando estos factores se aúnan, señor Mas, el independentismo importa una mierda.

    He de reconocer que por un momento pensé que los catalanes iban a caer en la trampa, en las redes bien tejidas desde arriba. Por un momento pensé que las urnas iban a dar vía libre a los derechosos independentistas para, por un lado, avanzar en la separación de Cataluña -algo que me es indiferente- y por otro lado, en la sombra, seguir ahogando económicamente a la maltrecha población. No hay que olvidar que  Convergència i Unió es el partido de la burguesía catalana, y eso para un obrero siempre es peligroso.

    Total, que la jornada de ayer, domingo 25 de noviembre, nos dejó vía libre para reírnos en la cara del señor Artur Mas, de toda la derecha rancia catalana, y, sí, por qué no, del hijo de puta de Felip Puig. Querido Puig, hay veces que unos resultados electorales duelen más que unos porrazos, así que ahí van sus porrazos en forma de resultados electorales.

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